Parece
casi imposible que exista Italia,
Ese
estrecho acanalamiento de la vida hacia el cielo
Que,
sin embargo, no provoca dejar el suelo.
De
cuento, que en colinas de Toscana
Descansen
pardos leones majestuosos
Soñando
con blanquiverdes gacelas.
Menos
mal que en cuadrados garibaldianos
Las
casas van vestidas de domingo
Sin
perder la traviesa inocencia
De
quien sale a la calle con alegría.
Que
entre tierra y mar el ocaso
Compactó
una maravilla perezosa
De
calli de luz con melenas de agua,
O la
señora agua creó un palacio para su servicio.
Menos
mal que existe esa excepción
De
belleza sin medida en la medianía humana
Y
así el sueño loco puede hallar su espacio
Y la
esperanza sentir una aprensión incrédula
Al
notar que no está decepcionada.
Los niños se desbordan
Los
niños, cuando desborda
La
angustia, el dolor, como un agua
Vertida
demasiado rápido en el vaso,
Producen
en seguida el reflejo de respuesta:
El
lloro angustioso, el hipo, la autopena.
Luego
no dejará rastro porque es lanzado
Diurno
al aire que pasa.
Pero
al adulto se le aposenta,
Testigo
de mirada atenta.
Y su
llanto le juzga
Sin
palabras y el adulto se las pone,
Las
adecuadas: fracaso.
Estamos
demasiado bien envueltos
Con
paños doblados y anudados
Aparentemente
anodinos.
En
ellos recogemos nuestro nombre
Y
atributos, para que no se nos derramen.
Y el
dolor atraemos sin gota que se escape.
Es
por la diferencia por donde
Se
cuela la vida.
Es
la amable y traicionera
Diferencia
la que regala
Vías,
ventanas,
La
que atrayéndonos con su traje
De
igualdad,
Nos
turba desnudando
Su
otredad.
Y
mientras nuestro racional se columpia
En
las barras fijadas previamente,
El tiempo
cambia, el suelo se aleja,
La
corriente nos regala un bulto
Que
hay coger soltándose de ambas manos.
Poema
de mi libro "Espada de sentido"
Un soneto, en los días
del pasado
Un
soneto, en los días del pasado
En
los que el sol no daba alternativas
Y
era pesado como los objetos
Que
fijaban el curso de la vida,
Y
los días, reto sin garantías...
Era
como el oro y los cuentos:
Herramienta
de mágica subida;
Con
la masa corriente de los días,
Un
fideo más fino en los tercetos,
(Ya
teníamos el pan de cada día),
Polvo
de solimán o brujería.
Dolor de amor
No
quieres perder la carne exquisita
Que
está metida entre la grasa.
No
sueltas el dolor, que es real,
Por
las emociones gozosas que están
Incrustadas
en él
-
Sin poder liberarse ni dialogar con él -
Y
que son realidad virtual.
Eso,
curiosamente, significa
Que
el éxtasis puede más que la tortura,
Que
estamos dispuestos a afrontar un infierno
Sin
garantías
Por
el brillo de algo que alimenta nuestra alma
Detrás
del biombo negro,
Y
que - sin espacio ahora para gozarlo -
Sabemos
que es cielo.
Sus
palabras, sus obras, son maniobras de guerra
En
un campo chamuscado.
Pero,
¡ay!, por encima brilla el sol
De
sus ojos.
Haikus castellanos
Llega
el otoño:
El
aire ahora madruga
Hasta
muy tarde.
Pájaros
cantan
Al sol
del mediodía
Y
nos desmayan.
Tormenta
en pueblo,
Bajita,
bulliciosa,
¡Pero
tan triste!
Noche
en verano:
Se
viste el infinito
De
aire cercano.
Lluvia
de otoño.
Bebo
las seriedades
Tonificantes.
Cosquillas, caricias,
besos
Menos
mal que existen las cosquillas
Menos
mal que existen las caricias
Menos
mal que existen los besos en los labios.
Cuando
parecía, ya adultos, que todo lo que existe
Es
el ruido inmutable del torrente sabido de egoísmo,
Del
blanco y negro de vulgaridad;
Cuando
parecía que la gente era solo esa dualidad
De
una polaroid de flor para el escaparate
Y el
juego de fauces, venenos y carroñerismo
De
la lucha por la vida
En
un infinito segundo plano;
De
algún sitio salen las cosquillas,
Que
no desmienten lo anterior, pero ofrecen
Una
tan diminuta como rotunda prueba
De
que el otro puede llegar fuerte a nosotros
Y
descontrolarnos para ofrecer algo de cielo,
Un
algo no adulto, calculado:
No
un fajo de mil euros,
No
un helado de mil calorías,
Sino
un desenterramiento súbito
De
una felicidad redonda
Del
tamaño ideal para nosotros
(O
nosotros somos capaces
De
ser el tamaño pequeño
De
esa felicidad intensa).
Cuando
llega el beso
Saltamos
de tierra firme de pronto
Y -
debemos confesar - a pesar del placer
Sentimos
alivio de comprobar
Que
volvemos al suelo un segundo más tarde.
Y en
la caricia
Nos
dejamos gobernar por la mano de la vida,
Que,
suave, agarra firme nuestra quilla,
Solo
hasta que nuestro pensamiento llega para alcanzarla
Y
sobrepasarla
Y
dejar de sentirla.
Nuestras
historias son de finales tristes,
De
presentes como muros
Justo
enfrente de la cara
Y de
pánico de humanos como bólidos
Amenazando
arrollarnos con dureza y alejarse.
Hasta
el deseo lo ensamblamos con cálculo.
Pero
en algún punto no unido con el resto,
En
algún sinsentido del sinsentido,
Somos
beso, caricia y cosquilla
El
uno con el otro.
Vivieron tantos poetas
Entre
las cuatro paredes estrechas
De
la pobreza, la soledad, las constricciones,
El
vacío de todo lo que alimenta el alma,
Vivieron
tantos poetas
Y
heroicamente estallaron sus bombas
De
luz, libertad, anchura,
De
consecuencia sin compromisos;
Y
vivieron en su mancha de sangre en la pared,
En
los ojos delirantes que desde el cuerpo vencido
La
contemplaban.
Mientras te abrazaba
Un
arpón que clavaba en la vida
Era
mi beso
Todo
el paisaje del sitio acertado
Era
tu olor
Mi
piel poseída al fin
Era
tu piel acompañando tranquila
Toda
la luz que tumbaba palabras
Y
bolardos de miedo
Era
el temblor de tu risa
Mientras
te abrazaba.
La
vida se puso a gozar
En
su labio
Y
crió un fruto jugoso
Con
propiedades de ojo.
Por
sus mejillas
Y
las untó de mantequilla
Para
el beso.
Un
suspiro salía y no salía
De
su cintura a su boca
Y
acariciaba sus flancos
Con
estremecimientos
Fríos
y ardientes
De
primavera.
La
vida, al cabo, rompió
En
sus ojos,
Y
fue intensa muerte de líquido verde,
Fue
implacable la vida de cuchillo de plata.
Eterna
la escopeta de pupila negra
Con
grillete de labio
Y
paredes encaladas de piel.
El quimérico frío
El quimérico
frío
Silencioso,
primero aprehensible por la mente;
Alimento
para la mente.
Hoy,
de repente, está detrás de esa ventana
Y la
mente sabe, con placer masoquista,
Austero,
Que
nos vamos a hundir en él
Que
nos va a maridar no sabemos desde qué momento
Con
no sentida cópula
(Como
la novia no sabemos
Con
el que su lado ya frecuenta)
Pero
inexorable, como un destino
(Eso
que no podemos ahora, que nos flota
Por
encima, un destino).
Como
una sucesión de palabras formarán fatalmente un golpe
Completo.
El
quimérico frío ha fecundado los objetos
De
fuera: ¡Escucha su silencio!
Escucha
a los objetos, que ya no irradian
Sino
piensan.
Su
Web:
Me ha encantado leer estos hermosos poemas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rayén por dejar tu huella
ResponderEliminar¸.•´¸.•*´¨) ¸.•*¨) * . *.*
(¸.•´ (¸.•` *.*.*.** . *.*. *
...*(¨`•.•´¨) .*.*.*.*.* * . *.*. *
. * .`•.¸(¨`•.•´¨) * . * . * . * ...*
. * .*.. *`•.¸.•´* (¨`•.•´¨) * . *
* .. *..(¨`•.•´¨). *`•.¸.•´* . *
..* ... *`•.¸.•´ * *. * . * . * ... *
* . * . * . * BESITOS .*. * . * . *